JUAN ANTONIO MATA MARFIL
Quiero iniciar esta nueva etapa reflexionando sobre el conflicto laboral abierto en cuatro de las cinco provincias de Castilla-La Mancha en el sector de Limpieza de Edificios y Locales por la negociación de sus respectivos convenios colectivos.
Los y las trabajadoras -15.000 aproximadamente- de las provincias de Ciudad Real, Cuenca, Guadalajara y Toledo (Albacete tiene en vigor su convenio colectivo), convocadas por los sindicatos de CC.OO. y UGT se encuentran en huelga desde el día 10 del presente mes exigiendo la negociación de sus respectivos convenios colectivos que vencieron todos ellos el 31 de diciembre de 2.021 y que pese a haber transcurrido ya más de un año, siguen sin negociarse ante la posición provocadora, inasumible e iurresponsablede la patronal estatal ASPEL, secundada por las diferentes patronales provinciales, al estar ofreciendo un incremento del 0 por ciento para 2022 y un 9 por ciento global los próximos tres años.
Las empresas que gestionan estos servicios, son en su inmensa mayoría filiales de las grandes constructoras del país, que hace algunos años diversificaran su actividad; estamos hablando de Ferrovial, de OHL, de Fomento de Construcciones y Contratas, de ACS, de Acciona, de Dragados, etc., sin olvidar a otras mas pequeñas pero igualmente importantes, y con responsabilidad en las patronales provinciales
Pues
bien, con esta realidad de grandes empresas tanto nacionales como
provinciales, todas con grandes beneficios; de trabajadores que
prestan servicios para todas las administraciones publicas y con unos
salarios medios no superiores a 600 Euros mensuales, nos encontramos
que las empresas tras mas de un año transcurrido desde que vencieron
los cuatro convenios colectivos, se niegan a poner encima de la mesa
una propuesta medianamente digna y aceptable para sus trabajadores y
trabajadoras. Todo lo contrario, ofreciendo cero de incremento
salarial para 2022, con una inflación real durante ese año en
Castilla-La Mancha superior al 7 por ciento, lo que significaría una
perdida real de poder adquisitivo de sus salarios en al menos ese
porcentaje, al que habría que sumar que en 2021 el incremento medio
de estos convenios fue del 2 por ciento, cuando la inflación lo fue
del 6.50 por ciento. Ambos datos supondrían que estos dos años,
unos salarios medios de 600 euros, perderían mas del 10 por ciento
de poder adquisitivo.
Pero aquí no podemos responsabilizar solamente al sector empresarial, tanto nacional como provincial aunque si mayoritariamente, sino también a las diferentes administraciones publicas, que tras haber privatizado la práctica totalidad de estos servicios, sin los que no podrían funcionar, con el único y claro objetivo de abaratar costes, debieran tomar cartas en el asunto y poner todos los medios a su alcance, que son muchos, para forzar a las empresas a negociar en términos razonables los convenios colectivos afectados. No se puede limitar a imponer unos servicios mínimos a todas luces abusivos, intentando que la huelga tenga la menor repercusión social posible y no sentarse de verdad a buscar una solución. No deben olvidar que también son sus trabajadores, aunque lo sean periféricos o privatizados y permitir que vivan en una situación de la pobreza absoluta.
Ante ello, el Gobierno regional debe convocar de inmediato una nueva reunión de las partes para retomar las negociaciones en el punto donde se estuvo a punto de cerrar un acuerdo. Y aquí ademas las patronales provinciales deben intervenir de forma clara y contundente exigiendo a ASPEL que vuelva con ellos a la mesa de negociación. Y en el caso de negarse ambos patronales a sentarse de nuevo deben recibir un aviso muy serio de que su irresponsabilidad no va a caer en saco roto y va a tener consecuencias graves en el corto y medio plazo.
Albacete,
16 de Enero de 2023