JUAN ANTONIO MATA MARFIL
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El sábado santo, 31 de marzo, se
cierra la Peluquería Centro que abrieron hace 33 años, los hermanos Henares
(Lucas y Pepe) y Gil, Gilaco para los amigos, en la calle Ancha, junto al
Altozano. Por esa “barbería”, como a mí siempre me ha gustado llamarle, hemos
pasado cientos de albaceteños a cortarnos el pelo, y allí siempre hemos
coincidido con un amigo, con un conocido, y como no, con desconocidos. Siempre,
mientras esperas o te pelaban, encontrabas con quien hablar. Se comentaba de
todo: de toros, de futbol, de la feria, del tiempo, de las vacaciones, de la
familia, o de cualquier cotilleo del momento; también, con prudencia, de lo que
pasaba en el país, de las elecciones, de la economía o de la gestión municipal.
No había palillo que no se tocara. Y como no, al oír cantar las perdices que
Lucas siempre tenía en el patio, en sus jaulas y perfectamente atendidas, se
hablaba de caza, especialmente del “reclamo”,
su pasión, seguro que ahora tendrá más tiempo para ellas. Gil y yo nunca
dejábamos de mencionar ni al Sahuco –donde tiene su refugio-, ni al Cristo, ni
a las Peñas, y mucho menos preguntarnos por nuestras familias.
Cuando mi familia se trasladó de
Peñas de San Pedro a Albacete en el año 1962, coincidimos en la calle Padre Romano, con la barbería de
Juan Hilario, el padre de Gil. Por cierto hombre polifacético donde los haya: barbero,
practicante, sacamuelas, matarife, capaor, agricultor y alguna cosa mas. Desde
entonces siempre he puesto mi cabeza y mi pelo en sus manos, primero del padre
y después del hijo.
Por eso, desde que hace unos días
fue a pelarme y Gil me comentó que era la última vez que me cortaba el pelo,
que cerraban al jubilarse
definitivamente los tres, me vinieron a la cabeza muchos recuerdos, siempre
buenos, de mi paso mensual durante tantos años por aquel amplio y señorial
salón. La noticia de la jubilación, lógicamente me alegraba, pero al mismo tiempo
me producía zozobra, por no decir inquietud: ¿Quién me va a cortar el pelo ahora
todos los meses, me he venido preguntando desde entonces?. Todavía no he
encontrado la respuesta, porque no es fácil andar de mudanza después de
tantísimos años
Esta mañana, al irme al trabajo, he
cogido mi cámara de fotos y a la hora del almuerzo me he acercado a la peluquería a verlos y decir
adiós al local y a los sillones, y tener un recuerdo de estos años de amistad. Han
llegado durante el corto tiempo que he estado allí, clientes que no sabían nada, otros conocedores
del tema a pelarse por última vez, y ha habido quien venía a despedirse y
darles las gracias. Casualidades de la vida, ha llegado mi amigo y compañero de
fatigas durante estos años que he estado corriendo por todo el país, Joaquín Cazaña,
que llegaba, como no, para que Pepe le arreglara el pelo por última vez.
Lógicamente estaban emocionados,
agradecidos por el cariño que estaban recibiendo y al mismo tiempo tristes. Las
lágrimas han asomado a sus ojos. Son más de 50 años de profesión, de ir todos
los días, sin faltar uno, a su centro de trabajo, a su peluquería, a cortar el
pelo a quien se dignara pasar por allí, a hablar de lo divino y de lo humano. Saben
que tan solo dentro de cuatro días, van a finalizar los tres su larga y digna trayectoria
profesional y les va a cambiar totalmente sus vidas. Y además espero que para
bien.
Con el cierre de la “barbería”
del Altozano, nos quedamos huérfanos cientos
de albaceteños, que andaremos errantes hasta que nos acostumbremos a un nuevo
“barbero”. No nos quedará otro remedio. Los habrá esperándonos con los brazos
abiertos. Gil me ha ofrecido un trato muy goloso: Que un fin de semana al mes,
vaya al Sahuco y allí me pela y me invita a almorzar. Más de una vez lo haré.
Gracias a los tres por vuestra
amistad. Buena suerte. Nos seguiremos viendo.
Albacete, 26 de Marzo de 2013.
Buenas Antonio, soy Gil hijo, muchas gracias por el reportaje. Un abrazo.
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